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"Somos los hijos del cielo. Hemos venido a traeros sabiduría."

22 Jan 2025, 20:02
news media

Los que vienen del cielo Hace miles de años, en las tierras mesopotámicas abrasadas por el sol, el cielo era una bola de secretos para la humanidad. Las estrellas eran el hogar de los dioses y la Luna era testigo silencioso de historias antiguas. Enmesh, el joven rey de la ciudad de Uruk, no sabía que su destino cambiaría con un rayo de luz que vio en el cielo. Una noche, una brillante bola de fuego cayó del cielo sobre la tierra bañada por la luz de la luna. Se estrelló contra el suelo en las afueras de la ciudad, dejando un rastro de llamas entre las dunas. Con miedo y curiosidad en su corazón, el Rey Enmesh reunió a sus soldados para investigar el incidente y localizar la "estrella" fugaz. Donde cayó, había una estructura que la gente nunca antes había visto. Un objeto de superficie lisa que brilla como si estuviera hecho de oro y plata. Su superficie era cálida pero no intocable. Cuando Enmesh se acercó al objeto, vio que se abría una puerta. Detrás de la puerta aparecieron seres altos, delgados y parecidos a humanos. Sus ojos brillaban como una luz que atravesaba la noche oscura. Cuando los seres tocaron a Enmesh, comenzaron a hablar en un idioma que resonaba en su mente. Estas palabras no se parecían al idioma de Mesopotamia ni a ningún otro pueblo de su entorno. Pero de alguna manera Enmesh entendió lo que decían: "Somos hijos del cielo. Hemos venido a traeros sabiduría". Estos seres se presentaron como Anunnaki. Dijeron que su mundo se enfrentaba a la muerte y que necesitaban la ayuda de la humanidad para sobrevivir. A cambio, enseñarían a la gente agricultura, matemáticas y mapas celestes. Los Anunnaki fueron llevados a la ciudad y el pueblo los recibió como dioses. Estos seres venidos del cielo pronto enseñaron a la gente a construir canales, procesar piedras e incluso seguir los movimientos de las estrellas. El pueblo de Uruk construyó una gran civilización bajo la dirección de los Anunnaki. Pero con el tiempo, se reveló el verdadero propósito de los Anunnaki. Lo que querían era un metal precioso extraído de las tierras de Mesopotamia: el oro. Este metal era una fuente de energía que podría salvar su mundo en desaparición. Los humanos estaban dispuestos a ayudar a los Anunnaki, pero algunos eruditos comenzaron a sospechar. ¿Las intenciones de los seres eran realmente amistosas o simplemente estaban usando a la humanidad para su propio beneficio? El rey Enmesh se enfrentó a los Anunnaki para conocer las respuestas a estas preguntas. Les pidió la verdad. Alzu, líder de los Anunnaki, respondió a Enmesh: "Somos hijos del cielo, pero también somos un pueblo perdido. Hemos venido a ti para salvar nuestro propio mundo. Te hemos dado sabiduría a cambio. Esta es una transacción, Enmesh, no una organización benéfica". El rey Enmesh tuvo que tomar una decisión para proteger la libertad de su pueblo. O aceptarían las condiciones de los Anunnaki y vivirían bajo su protección, o se rebelarían y trazarían su propio destino. Al final, Enmesh creyó que su pueblo necesitaba estar unido. Desarrollaron su propia tecnología utilizando el conocimiento que aprendieron de los Anunnaki. Al darse cuenta de que aquellos que venían del cielo ya no los necesitaban, los Anunnaki abandonaron repentinamente el mundo una noche, elevándose hacia el cielo. Sin embargo, cuando se marcharon, dejaron atrás no sólo los metales extraídos de las minas de oro, sino también las semillas de la sabiduría que acelerarían el progreso de la humanidad. Con el tiempo, esta información se convirtió en mitos, inscripciones en templos y leyendas sobre las estrellas. La humanidad siguió mirando al cielo para trazar su propio destino. Y tal vez algún día, los descendientes de Enmesh llegarían a las estrellas para localizar a los Anunnaki. Historia de IA

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